El Partido del Trabajo ha tomado relevancia por la reivindicación de posturas teóricas y políticas que buena parte de la izquierda partidista había abandonado. Con un carácter organizativo centro-democrático y no ejecutivo, sus dirigencias son partícipes de las opiniones y decisiones de su base militante; además, en sus fundamentos filosóficos, se arroga como un partido “popular, independiente y antiimperialista” que lucha por la construcción del socialismo en México, modelo que el PRD desechó en 1989 para virar hacia la socialdemocracia.
Su política desarrollada a través de la Línea de Masas, le ha permitido vincularse como ningún otro al Movimiento de Transformación Nacional de Andrés Manuel López Obrador. Esta tesis desarrollada por Mao Tse Tung a lo largo de la guerrilla anticolonialista de China, hace hincapié en la necesidad de impulsar la capacidad de las masas para decidir organizada y democráticamente la solución de sus problemas concretos y la conducción de sus luchas sociales, donde la dirigencia central del Partido es conductora y facilitadora, pretendiendo lograr así la democracia directa y centralizada.
Una apuesta teórica que calza a la perfección en el desarrollo del obradorismo, que, sobre dicha base organizativa, rebasa audazmente a la sorda burocracia perredista que, sobre las manos de Nueva Izquierda, ha tirado al bote de la basura a cada una de las generaciones de la izquierda mexicana que construyeron ese Partido.
Contra ello, el PT es, pues, un partido que abona verdaderos principios de izquierda y que ha corregido su paso con autonomía después de que, en sus inicios electorales de 1990, se le cuestionara con evidencias meramente declarativas de aceptar la ayuda simulada de Raúl Salinas de Gortari en el estado de Nuevo León quien para entonces aún se arrogaba ínfulas maoístas de su época universitaria. Pero, corrigiendo la nota y librado de especulaciones, se vuelve contra algunos probables errores de inocencia nativa como partido político y sale a la luz apoyando las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000 y de Andrés Manuel López Obrador en el 2006, a quien desde ese año le mantiene su más grande apoyo, aún sobre el PRD al que pertenece.
El efecto petista es interesante desde el punto del movimiento de la izquierda mexicana. Como partido político, ha sido el más firme en la causa regeneradora que perfila Andrés Manuel López Obrador, lo cual le ha valido simpatías entre disidentes y activistas de todos los grupos socialistas de antaño que ven hundido al PRD bajo su praxis aliancista –que entre otras cosas atrajo a personajes de innombrable currículum como José Guadarrama Márquez o Manuel Camacho Solís, quienes han pretendido apoderarse de su patrimonio y poder electoral.
Así, el petismo ha sabido aprovechar esta condición. La postura sobre AMLO como “líder indiscutible de la izquierda mexicana” está cohesionada y cada recurso partidista permanece dirigente sobre sus principios y plan de acción, promoviendo candidaturas independientes tan valiosas como valientes como las del Dr. Jaime Cárdenas, Mario DiConstanzo, Gerardo Fernández Noroña o Laura Itzel Castillo; todos, militantes destacados del Movimiento de Transformación Nacional..
En ese sentido, la dirigencia nacional del PT ha resistido con templanza los conatos –internos y externos-, de desestabilización de un partido que está por iniciar su mejor época del 2010 al 2012. Esto el Gobierno Federal lo sabe, por lo cual se sirve de alfiles degradados como Nueva Izquierda, quienes vociferan con hipócrita serenidad la plusvalía de las alianzas del PRD con el PAN, en presunto detrimento del Andrés Manuel López Obrador.
Tal vez el PT vaya solo ena las elecciones por la gubernatura del Estado de México; es posible que hago lo propio en el 2012 con AMLO a la cabeza; pero, contrario a lo que resienten sus detractores, el registro de esta valerosa candidatura irá acompañada de una amplia alianza de política popular y organizaciones que participan constantemente en la transformación pública del país.
En lo que al PRD respecta, su base militante es la que lleva carta y será la que rebasará a su dirigencia nacional sobre el camino que le conviene caminar a este Partido. En tanto, afuera todo es expectativo sobre lo que ha de demostrar López Obrador a quienes, aún en silencio, lo siguen de cerca.
Twitter: @luiscontrabajo
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