El ejercicio del poder en Hidalgo recuerda a la España monárquica absoluta, donde todo el poder y el destino de su territorio recaían en el Rey y cualquiera que fuera su capacidad de análisis, raciocinio o humor. Así se ejercía política, entonces. Con los tronos y potestades de todos los niveles subyugados a la voluntad del monarca, quien en esta entidad lleva el nombre de El Gran Elector. Una condición absolutista que cegaba el sufrir de abajo. La sangre, la zozobra, el hambre y la frustración; incluso, la ignorancia infantil hacia los malestares que se organizaban cada vez mejor y cada vez más dispuestos a cambiar el modo de hacer las cosas. A diferencia con estos tiempos, es que en la Edad Media no cabían las ideas de la República ni por error, tanto como hoy se ofrendan en discursos la arrogancia de las “instituciones democráticas”. .Política determinista, donde se dice, se juega o se hace como que se hace en democracia, cuando en realidad todo está resuelto por principio según el estatus imperante en la agenda.
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