No tiene sentido afirmar que Alejandro Encinas habría desaprovechado la oportunidad de hacer historia política al no aceptar ser candidato de la alianza PAN-PRD al Gobierno del Estado de México porque, para empezar, ninguno de estos partidos otrora adversarios, lo quiere como su abanderado.
El PAN en las voces de sus dirigentes tanto estatales como nacionales han advertido que no podrían ser partícipes de la candidatura de un perredista que, por principio, ha sido crítico activo del desastre gubernamental, social y económico que han resultado los diez años de panismo en la Presidencia, agudizados en el fraude electoral del 2006, asunto que Encinas nunca ha pasado por alto. Al mismo tiempo, la actual dirigencia nacional del PRD, encabezada por el grupo Nueva Izquierda, nunca ha tenido intención de candidatear al ex dirigente comunista a quien considera un rival político natural al interior de ese partido, tanto para haber confabulado para arrebatarle la presidencia nacional del Sol Azteca en sus elecciones internas del 2009, justo de la mano del repudiado Jesús Ortega Martínez.
En palabras del propio Alejandro Encinas, pronunciadas al saber que más del 70 por ciento de una muestra participativa de más de 250 mil ciudadanos y ciudadanas aprobó la alianza PAN-PRD: «Lo que quiero reiterar es que no voy a participar en una eventual alianza entre mi partido el PRD y el PAN, lo digo con toda claridad”, enfatizando que sería candidato tan sólo de las “fuerzas unidas de izquierda” entre el PRD, PT y Convergencia.
En efecto, Encinas se encuentra en una encrucijada mayor, aunque de tipo histórico, ideológico y moral.
Una vez que ha acompañado a Andrés Manuel López Obrador en el último tramo de su gira mexiquense, quien fuera sucesor interino del tabasqueño en la jefatura del Distrito Federal se comprometió ante miles de personas del proyecto del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a participar como su candidato a la gubernatura; tanto, que el Partido del Trabajo lo declaró como su candidato en su Congreso Nacional. Para Encinas sería un suicidio político si al final declina a participar como abanderado de las izquierdas agrupadas en torno al obradorismo; pero de serlo, habría renunciado a su militancia perredista, por la cual ha pugnado siempre. Nada fácil ¿Renunciará Encinas al PRD abriendo paso a un nuevo proceso de reconformación política de las izquierdas, aunque no asegure la gubernatura del Estado de México?
Twitter: @albertobuitre
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