Los legisladores republicanos por la Florida, Mario Díaz Balart y Carlos Curbelo, estarían a punto de perder sus escaños en la cámara de representantes de los Estados Unidos por la razón de haber votado a favor del plan de salud de Donald Trump que elimina el llamado ‘Obamacare’, servicio subsidiado de salubridad creado por el ex presidente Barack Obama, del cual dependen más de un millón doscientos mil seres humanos en ese estado suroriental estadounidense, quienes con justa razón no le perdonarían a sus representantes la maniobra.
Ocurre que muchos de esos dependientes del ‘Obamacare’ en la Florida son de origen cubano, quienes, por filiación nativa, se encargaron de llevar a Díaz Balart y a Curbelo a sus escaños en el Congreso; pero estos representantes han mostrado su apoyo a la eliminación del programa, el cual será sustituido por la llamada Agencia por la Administración de los Servicios de Salud (AHCA, por sus siglas en inglés) que es la respuesta de Donald Trump a la reforma en salud pública de Obama. La llamada ‘Trumpcare’, de un plumazo, pretende quitar a veinticuatro millones de estadounidenses servicios gratuitos de salud y devuelve el sistema de contratación de pólizas beneficiando a los monopolios vendedores de seguros, hospitales privados y farmacéuticas.
Y aunque su aprobación total en el Congreso aún está pendiente, con su apoyo al ‘Trumpcare’, Díaz Balart –nacido en Fort Lauderdale, pero hijo de inmigrantes cubanos–, está afectando a 75 mil 500 personas habiendo votado a favor del AHCA. Por su parte, Carlos Curbelo –nacido en Miami, y también de padre y madre cubana–, ha dejado sin amparo en salud a 78 mil 500 personas, muchas de ellas emigrados de Cuba, como sus padres. Resulta verdaderamente paradigmática su postura pues Florida, su estado natal y donde se hayan sus representados, tiene el cuarto mayor número de personas beneficiadas al ‘Obamacare’. Ahora, gracias a ellos, no lo tendrán más.

De hecho, Díaz Balart condicionó su voto a que Trump endureciera la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba, y helara de nuevo las relaciones con La Habana que con Barack Obama se distendieron. Este chantaje no fue bien visto por los propios contrarrevolucionarios cubanos en Miami quienes de hecho le reclamaron a su representante tal postura. Así ocurrió con Fabiola Santiago, articulista del portal anti-cubano El Nuevo Herald, quien calificó de una “movida terrible” las acciones de Díaz Balart: “Por supuesto que en el sur de la Florida nos importa y preocupa Cuba, pero ya es hora de que los cubanoamericanos en el Congreso dejen de arroparse con la bandera cubana cada vez que les conviene y pongan más atención al bienestar de sus votantes aquí”, dijo en un artículo de finales de marzo.
Pero esto no es nuevo. Las acciones de Díaz Balart y Curbelo forman parte de una larga historia de chantajes y traiciones que cada vez separan más al lobby anti-cubano, conformado también por otros representantes como Marco Rubio e Ileana Ros – Lethinen, de la emigración cubana en Florida. Vez tras vez, estos representantes se encargan de actuar en contra de los intereses de sus supuestos representados, como lo fue el apoyo del senador Rubio a la razia anti-inmigrante de su jefe, Donald Trump, y al propio ‘Trumpcare’ por lo cual el ex precandidato presidencial republicano fue repudiado durante una reunión en Miami en febrero pasado.
No está de más decir, por tanto, que este es el modo de comportamiento de quienes dicen pelear por la libertad y la democracia en Cuba, pero que apuñalan por la espalda a sus supuestos protegidos en la Florida. Simple y llanamente, nadie puede tomarlos en serio.
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